Beck: "La música te permite volver a ser niño"
"Soy un perdedor, nena. Así que ¿por qué no me matas?". Beck apareció en nuestras vidas como un hermoso chaval rubio cantando en español e inglés aquel Loser (1994). Veinte años después, era un ganador: en los Grammy de 2015 venció su álbum Morning phase, con tres premios, y le arrebató el de disco del año a la mismísima Beyoncé. Aquello provocó una de las últimas disputas dialécticas interesantes en el mundillo musical, entre los que defendían a la diosa negra del pop y los que se partían la cara por el californiano. Curioso que pasase con un disco balsámico y terapéutico. Ahora, dos años después, vuelve Beck pero con esa otra faceta de Mr. Hyde que suele sacar después de ponerse sosegado. Colors (Universal) es, como Midnite vultures (1999) y Güero (2005), cachondo y disfrutón.
"Los discos más lentos, acústicos y melódicos son más satisfactorios para mí como oyente", explica desde su casa de Los Ángeles. "Pero cuando voy a un concierto, quiero ver algo con más energía, excitante. Son las dos partes de mi deseo musical: por una parte, el absorber ese espíritu eléctrico y comunal que sucede en los conciertos; por otra, el tipo de cosas que me gusta escuchar en casa".
El resultado es heterogéneo, como un paseo desde el cuarto donde juegan los niños hasta el after, como demuestran canciones como Wow, Up all night y Dreams. "Para mí, el mayor desafío en la música es ése: Sería increíblemente fácil hace una pintura azul, tan sólo tienes que emplear ese color y ya está. Pero cuando intentas crear algo con valor, que no sea un barrizal de ruidos, es ahí donde está el verdadero trabajo", explica. Según él, éste es un disco "muy complejo, con muchos sonidos e ideas sucediendo al mismo tiempo" en el que ha intentado "que todos esos elementos coexistan, del mismo modo en que sucede el caos de la avenida principal de una ciudad, con el tráfico, las tiendas, la gente, el clima de ese momento... Yo quiero El jardín de las delicias, de El Bosco, con tantas cosas sucediendo a la vez, pero al mismo tiempo con un nivel de detalle y precisión que todas las diferentes ideas crean una idea más grande". Y ésa podría ser "el aunar complejidad con disfrute".
Beck no considera que esa apuesta por el disfrute implique escapismo respecto a los problemas del mundo. "Siempre acabo volviendo a los Beatles y pienso en la época conflictiva en que sacaron sus discos, años de violencia, división y luchas. Y su mensaje, una y otra vez, era de amor". Para él, "el espíritu de aquella música era unir a todo el mundo. Y me considero emparentado con ese espíritu de intentar encontrar ese rasgo de nuestra humanidad que nos conecte. Por supuesto somos diferentes y cada uno tenemos nuestra idea del mundo, que es una de las cosas que hacen que éste sea hermoso. Pero, al mismo tiempo, podemos ser uno. La música está para eso, para conectarnos".
"Si estás vivo en este planeta", plantea, "ya sabrás qué aspecto tiene la oscuridad. El poder del arte, y de ahí viene el título del disco, es que muestra nuestros colores. El mundo parece gris, pero la música, las ideas, un amigo que exprese amor o humor... Eso hace que todo brille. Si no, sería como vivir en una máquina". Igual que él ha ha intentado con estas canciones, "hay que buscar el lado humano en nosotros, ya sea a través del goce, la risa, el cinismo... Todas esas cosas que nos hacen personas".
De ahí la necesidad, según él, de volver al punto de partida. "Para poder expresarte, necesitas libertad. Y el momento en que somos más libres es en nuestra infancia. La música te permite volver a ser niño", sentencia. Ese lado infantil es el que ha intentado encontrar en el sonido de las canciones. "Ojalá sea perceptible para el público. Mis músicos y yo, al menos, nos sentimos de nuevo como niños cuando las tocamos".
A pesar de este paraíso recuperado, en los últimos años Beck ha sentido como crecía "un sentimiento problemático en el planeta. Y ahí sigue". Las canciones de Colors fueron escritas y grabadas entre 2013 y 2015, pero "ahora estamos en un momento muy diferente. Y me resulta interesante que vean la luz en estos días. De hecho, iba a publicar el disco hace un año, pero llegaron las elecciones en EEUU y la victoria de Trump, así que decidí posponerlo todo". El músico dice estar contento por esa decisión, "porque estábamos consumidos por todo aquello".
"No sé qué lugar ocupa este disco en este mundo, tal vez no encaje de ningún modo en él. Pero creo que cualquier álbum acaba encontrando su hogar en algún momento", formula. "He actuado de telonero de U2 en su gira de aniversario deThe Joshua Tree. Recuerdo perfectamente cuando salió, hace 30 años. Pero ahora no me suena de otra época".
Todo ello le hace pensar en el éxito: "Desde que era joven, me he preguntado qué pasaría si hiciese música toda la vida y nadie supiese jamás de mí. Algunos de los creadores más grandes de la historia no fueron reconocidos cuando estaban haciendo su arte. No influyeron a nadie ni tuvieron éxito. Como Bach, uno de los compositores más prolíficos de todos los tiempos, que trabajaba en una iglesia y no era ni mucho menos una celebridad internacional. O Van Gogh, que nunca vendió una pintura en vida". En su caso, tiende a estar tan concentrado en el proceso de hacer música que, "incluso cuando ocurren cosas buenas como los premios, que son una bendición y un honor, a la semana siguiente estoy enfrascado otra vez en cómo escribir una letra o cómo tienen que sonar las percusiones para otra canción en la que estaba trabajando. Es lo mismo que cualquier otro trabajo: tienes momentos de grandes logros y entonces aparece la realidad y te vuelve humilde diciéndote que acabes tus tareas".
Por eso no quiere enredarse de la polémica con Beyoncé, en la que incluso quiso entrar a terciar Kanye West. "El talento de Beyoncé está fuera de toda duda. Es algo irrefutable", afirma. "Y es una de las figuras más queridas en todo el mundo. Tiene todo mi apoyo y creo que ambos coincidimos en que es prácticamente imposible poner a unos músicos en contra de otros o de meterse en debates sobre quién es mejor que quién. Además, en última instancia será el tiempo el que dirá qué disco es importante para nosotros". Y recuerdo lo que pasó un año, en el que competía con Radiohead: "Ellos perdieron. Pero, con el paso del tiempo, ¿sabes de quién era el disco que votaron los críticos como el mejor de la década? Suyo, por supuesto".
"¿Quién puede ponerse a hacer una canción pensando que será la mejor de los últimos 20 años?", se plantea. "Las fuerzas que controlan eso son mucho más grandes que cualquiera de nosotros. Yo ni siquiera lo he intentado: me he limitado a tratar de conectar con la música y encontrar algo que funcione. Es decir, como construir un coche que corra o un avión que vuele".
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